martes, 13 de noviembre de 2012

Luna de diciembre

Había una vez una pequeña princesa de un país muy lejano, se llamaba Addie, era muy guapa, era encantador, la carita mas preciosa que se había visto en mucho tiempo y sin duda, la mujer mas guapa que jamas había existido en todo el reino.
Ella muchas veces estaba triste, había mucha gente mala.
Ella era muy diferente a todas las demás  tenia una cosa que pocas personas tienen, principios. Tenia un gran carácter, que por alguna extraña razón atraía a lo que en aquella época, y en esta tan bien, se llaman gilipollas.
Al caminar, nadie podía no mirarla, embrujaba solo con el aire con el que su cuerpo contactaba, era tanta su esencia que todo el mundo caía a sus pies. Pero siempre había alguien que la hacia infeliz, hacia cosas que hacían enfadar a la princesa.
Un día de casualidad se cruzo con un chico, no era nada del otro mundo, hombres mil veces mejores habían tratado de enamorar a la princesa y no pudieron, el se fijo en ella, pero pensó que era imposible. La princesa tan bien lo miro, pero ni siquiera lo miro mas de 2 segundos.
El chaval no pudo apenas dormir, en unas cuantas semanas, ni menos pensar en otra cosa que no fuera la princesa Addie.
Un día ella salio a dar un paseo, pero un malévolo brujo la capturo, el tenia el poder de hacerse crecer 8 veces su tamaño, era indestructible hasta para el mas atrevido y fuerte de todos los caballeros de todos los reinos próximos. Su admirador... aquel joven que encontró por la calle, al enterarse de tal noticia cogió una espada y se dirigió hasta a la cueva del brujo.
Lo que el no sabia es que la bonita princesa tan bien llevaba desde aquel día pensando en el, pero no se atrevía a ir a buscarlo....
El llego a la cueva, entro, tenia muchísimo miedo, pero el amor por la princesa podía con todo, jamas había sentido algo así hacia una persona.
Ella en su cautiverio fantaseaba con la descabellada idea que aquel muchacho pudiera entrar y salvarla, pero sabia que eso era imposible.
El iba entrando poco a poco, el brujo oyó los pasos de alguien, se acerco hasta donde estaba el chaval, el al ver al brujo se quedo congelado.
-No se si eres demasiado valiente o demasiado imbécil para venir tu solo hasta aquí.
-Es el amor lo que me trae hasta aquí
-Amor? Ahora se llama así al dinero del reí?
-Se equivoca, estoy enamorado de la princesa, no me iré de aquí sin ella, aunque me vaya la vida en ello.
-Jajajajaja vamos campeón da la primera estocada -dijo el brujo mientras sacaba una espada completamente de oro reluciente-
Se enfrascaron en una pelea, el brujo decidió no multiplicar por 8 su tamaño, pensaba que aquel pobre imbécil caería en menos de lo que pensaba.
El chico no sabia nada, no había peleado en su vida, pero algo dentro de el le guiaba para esquivar los golpes. La princesa oía la pelea, pero no conocía la voz de aquel joven, pensó que seria un caballero de otro reino.
Cada vez el chico estaba mas cansado, pero en el brujo parecía que la fuerza aumentaba por momentos.
Cuando lo tuvo acorralado al chaval, apunto para la ultima estocada, el chaval al pensar que estaba perdido empezó a hablar.
-Te deben haber hecho daño, mucho daño no es así hijo de puta?
-Como te atreves niñato?
-Acerté... Me puedes matar, pero con eso no resolverás todo lo que te han hecho
-Cállate
-Venga, acaba conmigo, no te atreves o que?
En ese momento la princesa empezó a gritar, el mago se giró y el joven cogió su espada y se la clavo directamente en el corazón del brujo.
El brujo justamente antes de caer, le miro, murió mirándole.
Se levanto y fue a buscar a la princesa, ella le miro, se quedo completamente sorprendida de que fuera el el que pronunciara las palabras anteriores, el que proclamara que estaba enamorado de ella, el la desató, se miraron solo unos instantes, solo con eso se dijeron todo lo que se tenían que decir y en ese momento se fundieron en un beso... y ahí empezó la leyenda de ese amor real y sincero que pocas personas han llegado a experimentar.

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